jueves, 6 de marzo de 2008

Esto fue la Guerra Civil

Este martes-si pasa el tiempo, el 4 de Marzo 2008-, en una clase de la Universidad a la que asistía surgió, a raíz de la lectura de un artículo del diario Información de Alicante que versaba sobre la Ley de Memoria Histórica y la libertad para reconocer a los vencidos; una serie de reflexiones-comenzadas por la misma profesora- teóricamente “objetivas”, pues ya se sabe que cuando se habla de la Guerra Civil de España, las sentencias objetivas poco tardan en impregnarse del rencor y odio heredados tradicionalmente de la familia y de una concepción seudo-mitológica (El Bien contra el Mal o algo así) de lo que fue la guerra; que comenzaron a tornarse improcedentes e inadecuadas cuando adquirieron un leve tono reprochador y partidista; frenado (menos mal) a tiempo de que se convirtiera en un debate esperpéntico de la mejor versión de Moros y Cristianos o La Noria. El resultado final de estas pseudos-reflexiones rencorosas fue que se echó por los suelos el espíritu objetivo que “teóricamente” presupone y condiciona a la formación universitaria.

Al igual escribiendo esto os pare ce que vaya de listillo, pero me importa un bledo. Cuando se habla de este tema, hay que saber reconocer y tragar con los fallos y actos homicidas que ambos bandos perpetraron vía máuser y mortero. Y admitir que ni unos eran tan malos ni otros tan buenos. Y viceversa igual, leñe, que en guerra todos los gatos son pardos.

En plan cultureta, cito ahora un fragmentillo de Arturo Pérez Reverte que corresponde al prólogo de Una Historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie, de J. Eslava Galán. A mi ver, creo que él si que ha pillado por donde fue la cosa:

“[…] La sombra de Caín es alargada en España. Lo fue siempre y la Guerra Civil que se narra en este libro es cumplida prueba de ello […] Una historia trágica, violenta, retorcida en ocasiones hasta el esperpento con esos trágicos quiebros de humor negro que también, inevitablemente, son ingredientes de nuestra ibérica olla. Una República desventurada en manos de irresponsables, de timoratos y de asesinos, un ejército en manos de brutos y de matarifes, un pueblo despojado e inculto, estaban condenados a empapar de sangre esa tierra. Luego, prendida la llama, la arrogancia de los privilegiados, el rencor de los humildes, la desvergüenza de los políticos, el ansia de revancha de los fuertes, la ignorancia y el odio hicieron el resto. No bastaba vencer; era necesario perseguir al adversario hasta el exterminio. Murió más gente en la represión que en los combates; en ambos lados, analfabetos presidiendo tribunales gozaron de más poder que magistrados del Supremo. Hubo valor, por supuesto. Y decencia. Y lecciones de humanidad e inteligencia. Pero todo eso quedó sepultado por las pavorosas dimensiones de una tragedia que todavía hoy necesita reflexión y explicaciones. […]Las dos Españas mamaron la misma leche”



A garrotazo limpio

Con todas las parrafadas estas no pretendo que mis creencias (¡Dios, parezco un profeta!) calen en nadie, solo intentar hacer ver que un pelín de imparcialidad nunca está de más, y que el rencor mejor se lo dejemos a quien padeció toda la mierda esta.

P.D: Es la primera y última entrada en plan serio que escribo, lo prometo. A partir de ahora, lo serio se lo dejo a otros, rediós.

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